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Empecé a montar a los 14 un día a la semana, aunque de pequeño ya había montado algún poni en Girona y me gustó. Pensé «me voy a apuntar a hípica para que cuando vaya a visitar a mi familia de Chiloeches (Guadalajara), me dejen ir a caballo».

Después de dos años, ya tengo Nivel 3. He aprendido a galopar en círculos y a saltar, que es lo que más me gusta. Siento como si estuviera volando. Me aporta libertad y felicidad. A veces me siento como si estuviese protagonizando una película en el Oeste. El día que vengo a la hípica es especial para mí, es lo que más me gusta. No pienso dejarlo nunca. Mi sueño es tener mi propio caballo.

También tengo gran afición por el Taekwondo. Me ayuda a quitar el estrés. Como la hípica, requiere mucha disciplina.

Otra de las cosas que me gustan de la hípica es que te permite estar en contacto con la naturaleza y me aporta tranquilidad.

Me gustan muchos caballos de la hípica: Jack, Ranta, Orgulloso, Confi, Leni… Algún día me gustaría poder montar a Cayenne.

Mi sueño no tiene límites: ser el mejor de la historia.

 

 

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