Hace 6 años, mi madre me apuntó a un campus de equitación en Can Caldes; al principio era un poco reticente, pero en cuanto monté me di cuenta de que me encantaba. Esa misma tarde regresé a ver los caballos y decidí apuntarme a la escuela.
Primero compaginé la hípica con taekwondo, pero cada vez me gustaba más la equitación. Insistí en hacer dos clases semanales hasta que mis padres me lo concedieron por mis buenas notas.
Mi sueño es tener un caballo. Para mi Can Caldés es la hípica perfecta; me encanta porque es como una familia, todos nos conocemos.