Empecé a montar a los 6 años como actividad escolar y me encantó. Antes sólo lo hacía en vacaciones y de una manera puntual, pero el año pasado me decidí a montar en serio. Hice ballet durante 12 años, mi madre era bailarina; pero es muy duro, acabé saturada y preferí cumplir otro de mis sueños que es montar a caballo.
Al llegar a Can Caldés hice clases particulares con Sergi y luego con Natalia. Toda la técnica que tengo se la debo a ella, conectamos muy rápido.
Montar me relaja, me permite desconectar y sentir libertad. Siento como que vuelo, sobre todo cuando hago salto o galopo. Llego cansada después de estar 8 horas en el colegio, pero vengo con ilusión y en seguida me recupero y me siento fantástica. La equitación me da esa «chispa» que no encuentro en el colegio; cuando me levanto temprano y sé que ese día voy a la hípica, me siento llena.
Tengo mucha conexión con el caballo Madonna; es la que más monté el año pasado con Natalia. Le tengo mucho cariño. Este año he montado a Isis, Idra y a Confi para salto, ya que hago especialización de Doma y Salto con Pilar y Elvira. Me gusta más el salto, por esa sensación de volar, de adrenalina. Saltar obstáculos es como un reto y a mí me gustan los retos.
Cuando miras al ojo de un caballo es como ver toda tu alma, te traspasa, Impacta mucho, es como que estás conectado. Entiendes como se siente él y como te sientes tú.
Mi sueño de vida es ser pastelera. Es mi pasión. Pero siempre compaginándolo con la equitación. Me gustaría poder tener un caballo y montarlo como hobby y poder desconectar.